LIKE A ROLLING STONE.

El pasado 11 de julio a las 21:10 de la noche se paró el tiempo en la ciudad de Mérida. Bob Dylan,el mito, se hizo carne ante nuestros atónitos ojos. "Pellizcame, para que me lo crea" le dije a mi amigo Julito,cuando el viejo Bob salió al escenario con paso renqueante y se plantó firme ante su órgano. Pocas veces se está tan cerca de una leyenda como lo estuvimos nosotros el Jueves pasado. Poco importaba que la voz de Bob no fuera la de antaño, pues en esa voz ronca y pedregosa está el alma del Rock, tampoco importó que Bob no estuviese especialmente comunicativo, porque con sus miradas y sus medias sonrisas transmitía más que con las palabras vacías a las que nos tienen acostumbrados otros músicos, tampoco importó lo mas mínimo que fuera tan difícil identificar las canciones, porque para eso son suyas y puede violarlas cuantas veces quiera,tampoco me imagino mejor violador para una canción que Bob Dylan.
Así entre rock and roll, y blues llegó el anochecer. Un anochecer cálido acompañado por una suave brisa y un aroma a carreteras polvorientas y a bares en penumbra en medio de ninguna parte.
Y al final la catarsis, Like a Rolling Stone, la mejor canción de la historia del rock interpretada por su creador como brillante colofón a una actuación mágica e inolvidable.
Bob Dylan, el viejo Bob saludó al respetable, recogió sus bártulos y se fue dejando en el aire una sensación extraña y muy especial.
He visto a Bob Dylan cantar Like A Rolling Stone, he visto jugar a Zidane, sólo me queda ver torear a José Tomás para morirme tranquilo amigos.